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¿Plaza de los huevones? Conoce el origen de la Plaza Manuel Acuña en Saltillo

Conoce una de las obras emblema del centro histórico de Saltillo, la Plaza Manuel Acuña.

Por: Víctor Martínez

SALTILLO, Coahuila. – El centro de la ciudad de Saltillo, alberga diversos lugares que han sido emblema de la zona, como una muestra de la sátira y la identidad que un lugar otorgarle a un centro histórico.

La Plaza Manuel Acuña o también conocida como la “Plaza de los Huevones” es una muestra de ello, creando una atmósfera antigua que transporta a los transeúntes por un Saltillo que se asemeja a la época del cine de oro mexicano, esto como resultado de su vibrante ambiente, entre mercaderes, voceadores, restauranteros y boleros, distribuidos alrededor de la glorieta de esta icónica plaza.

Construida en el año 1835, donde antes solía correr la calle Melchor Ocampo hasta Pérez Treviño y de Ignacio Allende, conectando con Padre Flores. Este lugar fue considerado como una de las plazas con mayor extensión y renombre del Centro Histórico de la ciudad del Sarape.

 

Los cambios de la Plaza Manuel Acuña.

En un principio la plaza fue entregada bajo el nombre de “Plaza de los Hombres Ilustres” en 1897, para después adoptar el nombre de “Plaza Acuña”, como una muestra de honor al poeta saltillense Manuel Acuña.

¿Quién fue Manuel Acuña?

Nacido en Saltillo en 1849, su obra refleja la profunda sensibilidad de un joven poeta que se sumergió en el romanticismo de su época.

El legado literario de Manuel Acuña sigue cautivando a generaciones, y su breve, pero fructífera carrera lo convierte en un enigma para lectores e investigadores.

Fundador de la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl, Acuña encontró su voz en tertulias y publicaciones como El Anáhuac y La Iberia. Sus poemas, como 'La Brisa' y 'La Ausencia y el olvido', revelan una introspección y melancolía únicas.

Además de sus propias obras, Acuña colaboró con diversas revistas y periódicos, dejando su huella en publicaciones como El Renacimiento, El Libre Pensador y El Domingo. Su poesía, entre la que destaca el célebre 'Nocturno a Rosario', refleja el ambiente romántico del México del siglo XIX.

A pesar de su juventud, Manuel Acuña dejó un legado perdurable, marcado por la pasión y el misterio que rodean su vida y su trágico final a los 24 años.

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La plaza de los mil nombres.

Como ya se ha mencionado, la Plaza Acuña ha sido conocida por diversos nombres a lo largo de la historia, sin embargo, los nombres oficiales no han logrado superar a los otorgados por el pueblo, una muestra de ello es el de “Plaza de los huevones”, nombre con el cual los saltillenses bautizaron la plaza luego de un par de año de ser instalada, conocida así por las personas que transitaban diariamente por ahí y observan el tumulto de personas en su mayoría hombre, descansando plácidamente en el lugar, por lo cual, mediante el boca a boca la plaza fue conocida poco a poco con este nombre.

Pese a que la plaza de los huevones suele ser el nombre más popular con el que se le conoce a esta histórica obra, también existen otros apodos un poco más subidos de tono, como la “plaza de los pájaros caídos” o la “plaza del machismo”, términos acuñados por la juventud saltillense, que hacen referencia a la impotencia de los hombres que comúnmente se reúnen ahí, siendo en su mayoría personas de la tercera edad.

El segundo apodo, recae bajo la misma premisa de hombres mayores aglomerados en un solo lugar, pues en su mayoría las estudiantes o trabajadoras que transitan por esa plaza suelen reportar “piropos” o miradas mal intencionadas de algunos de los “viejitos” que se reúnen en la plaza.

Sin mencionar los alarmantes usos a los cuales ha llegado esta edificación, no cabe duda de que la Plaza Manuel Acuña ha sido sede de miles de familias saltillenses a lo largo de su historia, dotándola de un sinfín de significados para el colectivo saltillense.