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El Sarape de Saltillo: Un mosaico de historia y color

La evolución del sarape es un testimonio de la adaptabilidad y creatividad mexicana.

Por: Claudia Almaraz

SALTILLO, Coahuila. - En el corazón de Saltillo, el sarape se alza como un estandarte cultural, su diamante central es un homenaje a los resplandecientes amaneceres y atardeceres que bañan el noreste de México.

Este textil, de aproximadamente 1.29 metros de ancho por 2.40 metros de largo, es más que un simple accesorio; es un emblema de identidad mexicana, tejido en dos lienzos que se unen en una danza de colores y patrones.

Originado de la fusión de la tilma indígena y la capa valenciana, ha sabido incorporar los cambios en el hilo y el teñido a lo largo de los años, transformándose en una prenda única en el mundo.

Su elaboración, intrincada y meticulosa, refleja la destreza de los artesanos que lo han convertido en un símbolo de orgullo nacional, llevado por personajes tan diversos como charros y revolucionarios.

 

El debate sobre su origen es tan colorido como el sarape mismo. Aunque algunos argumentan que Tlaxcala vio nacer los primeros sarapes, es en Saltillo donde se cree que alcanzaron su máximo esplendor en el siglo XVII.

Los sarapes saltillenses son reconocibles por su tejido en telar de pedal, con hilos de lana, plata u oro, y tintes derivados de fuentes naturales, que pintan cada pieza con los tonos de la tierra y el cielo.

En la actualidad, el sarape de Saltillo no solo abriga, sino que narra historias a través de sus fibras. Los artesanos continúan innovando, tejiendo en cada sarape relatos visuales que capturan la esencia de México, asegurando que cada diseño no solo sea una prenda, sino una crónica viva de la rica herencia cultural de Saltillo y de México en su conjunto.

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Venimos a conocer también la producción del Sarape: Claudia Sheinbaum